La carta que nunca escribí a los Reyes Magos





Queridos Reyes Magos,

Sólo me gustaría que digáis a mis padres que con todo ese gran amor que me tienen, no me sobreprotejan. Que me dejen caer todas las veces que hagan falta, y que cada vez que me caigo no se asusten por ello, corriendo a curar mis heridas. 

Decidles que no me pregunten qué quiero ser de mayor, porque cuando lo hacen parece ser que su propósito siempre va encaminado a dirigirme a la profesión económicamente más “segura”. Que de la misma manera que me apoyan cuando digo que lo quiero es ser jugador de fútbol, me apoyen cuando digo que lo que quiero es bailar.

Ayudadme a hacedles entender que lo que quiero es encontrar un sentido, un propósito en mi vida, sin importar que mi profesión esté socialmente mejor o peor vista, porque lo que me gustaría es descubrir mi pasión, y cuando me oigan nombrar alguna de ellas, no se sientan decepcionados de mí. Su decepción me hace infeliz, me perturba, condiciona, desanima, me hace sentir infeliz, y una deshonra como hijo. 

Me aliviaría que dejaran de compararme con ellos mismos cuando tenían mi edad, o peor, con otros niños.

Hacedles ver que aprecio más compartir ratos, te quieros y abrazos con ellos, que el juguete caro que me trajo papá en su último viaje.

Recordadles que yo no soy su mejor hijo, pues eso me hace sentir que nunca les debo fallar, y suelo fallar tanto… que me da miedo decepcionarlos una vez más.

No es que no me interesen las clases de refuerzo de matemáticas, sino que antes me gustaría aprender a expresar mis sentimientos, a contarles mis inseguridades, mis dudas, mis miedos…

Que no me digan que los hombres no lloran, o que si alguien no te quiere, tú tampoco le tienes que querer. En cambio, podrían enseñarme que el amor es mágico, infinito. ¡Qué es mi superpoder! Ya que se lo puedo dar a quien yo quiera, e incluso a esas personas que ya no me quieren o nunca me han querido. Todo eso me puede ayudar a perdonar mejor, a no odiar y, dejar el rencor de lado, o lo que es más importante, perdonarme a mí mismo.

El: “¡cómete la verdura o te quedas sin postre!” podrían sustituirlo por: “te vamos a enseñar a elegir los alimentos más saludables, y entiendas por qué papá y mamá insisten en que te comas esa cosa verde”.

Y, antes que se me olvide, decidle a papá que no es que no me guste leer, sino que nunca me deja escoger el libro, sólo me obliga a leer los que me mandan en el colegio. Además, tampoco se sienta a leer conmigo, pues él no se da cuenta que lo que él hace yo también lo hago.

Sin más dilación me despido,

Jose Servan

P.d.: Melchor, Gaspar y Baltasar; esta es una carta que debí escribir cuando tenía más o menos 10 años, ahora quizá ya sea demasiado tarde para mí, pero puede servir de ayuda a algún niño o, de reflexión a más de un padre.

Comentarios

Entradas populares