Amig@


Contigo aprendí que eres la forma tangible de la esperanza y la esencia humana, porque me hiciste dar cuenta que nunca es tarde para volver a volar. Pues cuando estaba muerto y sin fe, contigo me dolió menos quebrarme. Tu amistad en sí, es el único acto humano que en verdad importa, todo lo demás puede ser puro relleno.

Eres pura magia desde que te conocí, ya que siempre me muestras en diferentes matices y contrastes, que ambos aceptamos nuestro viaje, sin pensar quién se quedará lo que estamos construyendo, ni pensar de forma egoísta en tapar los sueños del otro, para así cumplir los nuestros.

Gracias por entregar, en lugar de demandar. Por aceptarme, por reírnos juntos de nuestros defectos y, no querer cambiarme. Gracias por ofrecerte sin intereses, por no plantarte delante de mí con tu listado de aptitudes que yo tuviera que llenar. Gracias por ser una decisión y un acto de valentía, y no de ilusión, o simple sentimiento. Porque estos últimos salen corriendo al problema número uno, o treinta. Gracias por estar hecho para dar vueltas conmigo con la vida, y sin que yo te lo haya pedido, estar presente en el listado de tus prioridades.

Tú me enseñaste un millón de formas para levantarme. Así que quédate a mi lado, porque es real, y es que al fin lo entendí: el verdadero amor, el sano y puro amor, es el que tú me ofreces sin límites ni limitaciones.


Y es que mi querido amig@, al final de nuestros días, tu sonrisa, aunque sea sin dientes, seguirá siendo la mejor sonrisa. Y aunque algún día muy lejos te vayas, tu amor nunca se irá contigo.

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